Todo lugar tiene su propia flora y, dependiente de ésta, su propia fauna que mantiene el equilibrio.
Las plantaciones forestales de especies industriales, la parquización ornamental, un arbusto exótico o una semilla incrustada en una zapatilla de trekking causan estragos. Así lo revela una investigación que da cuenta del peligroso avance de especies externas. Diversas especies de pinos que han formado la base de la industria forestal comercial en muchos países de Sudamérica han terminado convertidas en enemigos de los ecosistemas naturales en que fueron insertadas. La especie foránea crece y avanza rápido, robándole terreno a la flora autóctona y se adapta con facilidad a un ecosistema que hasta entonces se creía protegido de la colonización de las especies invasoras.
El cambio climático, el turismo y la urbanización tornan aún más sensible esta extrapolación.
La Biosfera es una sociedad. Hay un umbral crítico para la posibilidad de la agricultura que tiene que ver con esa red biótica.
La productividad del suelo es un ciclo entre infinidad de factores. La homogenización de la biota no sostiene la vida, al contrario, convierte al suelo en inerte.
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