domingo, 22 de febrero de 2009
Vida en el Altiplano
En la Cordillera de los Andes, entre las latitudes 15°S y 30°S, se expande una altiplanicie de hasta 650 km de anchura, semejante a la meseta del Tíbet, habitada por el pueblo aymara; ellos son campesinos y pastores que habitan en el altiplano, la cuenca semiárida que rodea al lago Titicaca en los Andes del sur del Perú y la zona occidental de Bolivia. Los suelos y el clima del altiplano configuran un medio en el que las fuentes de energía disponibles son limitadas y las fluctuaciones ambientales interanuales muy acusadas. El altiplano se extiende entre dos grandes cadenas montañosas de los Andes. Su altitud oscila entre 3.800 metros sobre el nivel del mar en las proximidades del lago y 4.100 m al pie de las montañas. El suelo es suelto y esponjoso y ello permite que la humedad desaparezca rápidamente de la superficie. Los suelos del altiplano tienen carencia de fósforo, nitrógeno y materia orgánica. Los árboles están casi totalmente ausentes. Las comunidades aymara de las montañas ocupan casas dispersas de tierra con techos de estaño o de paja separadas por pequeñas parcelas de tierras de cultivo y de pasto. En sus fincas de 5 a 20 ha, las unidades familiares consiguen su sustento practicando una agricultura de secano de gran intensidad de mano de obra y un pastoreo cuidadoso. Son principalmente campesinos de subsistencia que dependen de cultivos básicos como las papas, la quinoa (Chenopodium quinoa), cereal pequeño y nutritivo que se cultiva en los Andes desde hace al menos 5 000 años, y la cebada; crian pequeños rebaños de ovejas y vacas y algunos cerdos, pollos, así como la llama, la alpaca y la cobaya, especies autóctonas de los Andes. La sequía, las inundaciones, el granizo y las heladas pueden impedir una buena cosecha, por lo que las familias y las comunidades deben estar bien organizadas y demostrar una gran capacidad para gestionar la producción.
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