Maestro: El Estado Inka
Planificación y organización productiva para la seguridad alimentaria
El Estado Inka es la continuación de 5.000 años de tradición cultural.
Pachacuteq, Tupa Inka y Wayna Qapaq fueron sus mejores gobernantes.
Las obras mandadas a construir por ellos, visibles hasta hoy, son:
- La red de caminos llamada Inka Ñan o Qapaq Ñan, con sus lugares de descanso (tampu), que une Ecuador con el norte de Argentina;
- Varias ciudades de piedra establecidas como centros administrativos y de control de reservas de alimentos;
- Una vasta red de almacenes públicos para guardar alimentos, ropa y armas;
- Miles de hectáreas en terrazas de cultivo,
- Muchos kilómetros canales de riego y ríos canalizados como el que recorre el valle sagrado.
Las ciudades Inka descubiertas a la fecha son: Ayaviri, Raqchi, Qosqo, Pisaq, Ollantaytampu, Macchu Picchu, Vitcos, Willkapampa, Wilkashuamán, Choquequirao, Huaytará, Tambo Colorado, Xauxa, Pumpo, Wanakupampa, Caxasmarka, Tumbes, Tumipampa y Quito.
En muchos casos se trató de obras de mantenimiento de construcciones milenarias. E el legado más impresionante de la cultura andina desde sus comienzos fue su esfuerzo por la optimización de los recursos agrícolas con el fin de lograr un máximo de producción y seguridad alimentaria, en un medio hostil para la vida humana por causa de la enorme diversidad ecológica y ambiental.
Las civilizaciones de los Andes peruanos, una tras otra, concentraron su atención en la planificación de la actividad económica. Su principal herramienta fue la estadística: los censos de población, de tierras, cosechas, pastizales y ganado, se hicieron de manera permanente mediante funcionarios estatales dedicados a la tarea. Ellos fueron los Quipukamayoq (“especialistas en hacer nudos”).
La población dedicada a actividades agropecuarias estuvo fijada a la tierra y otros recursos productivos a su cargo, no podía por lo tanto cambiar de residencia libremente. Los viajeros en los caminos eran mitmaqkuna (“colonos enviados por orden del Estado”) o jóvenes mitayos (“personas en turno”) seleccionados para construir obras públicas o para participar como soldados en las campañas de expansión del Tahuantinsuyu.
Los astrónomos se esforzaban en mejorar sus observaciones de tal manera de poder predecir los cambios climáticos y perfeccionar los calendarios anuales de tareas agrícolas.
Los agrónomos tenían como punto de atención la identificación y el desarrollo de aquellas variedades de maíz que obtuvieran los mejores rendimientos de acuerdo a distintas zonas de altitud.
Las terrazas concéntricas de Moray, cerca del pueblo de Maras, fueron un centro de simulación de pisos altitudinales dedicado a la experimentación con variedades de maíz.
La pequeña ciudad de Tipón, en el valle del Cusco, fue probablemente un lugar de enseñanza de técnicas hidráulicas.
Funcionarios estatales denominados “kamayoq” coordinaban el cultivo del maíz a escala macroeconómica, asignando la mano de obra de manera oportuna en los momentos críticos de siembra, riego y cosecha. Los “kamayoq” tenían además el encargo de promover innovaciones tecnológicas y, según su especialidad, reparar y mantener las obras públicas: puentes, caminos y almacenes.
La producción de las áreas de cultivo estatales era almacenada en la red de Qollqa (“almacenes públicos”) para atender a las necesidades de la burocracia, la alimentación de los ejércitos y para el auxilio a la población de zonas afectadas por desastres.
El descrito fue el ámbito de planificación dedicado al maíz, pero hubo un segundo dedicado a la producción de papas, a cargo de las unidades familiares campesinas ayllu. De esta manera, la estrategia de seguridad alimentaria andina tuvo al maíz y a la papa.
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