La clave de la sustentabilidad indígena fue y es la pertinencia de cada pueblo. La pertinencia se manifiesta en una cultura legítima, autóctona. La cultura es el ser psíquico de cada pueblo, y dirige su destino detrás del velo de las apariencias.
La cultura propia es el alma del país, el genio nacional, el espíritu de cada pueblo, el centro de la aspiración colectiva, la fuente, el origen de todo lo que es bello, noble, grande y generoso en una cultura.
Lo que es específico de una nación aparece más claramente durante los grandes momentos de su historia, cuando su “alma” ejerce el dominio y desempeña un papel activo en su propia evolución y, a veces, en la de la humanidad entera.
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